domingo, 13 de julio de 2025

¡TODO EL MUNDO FUERA! ¡FUERA DEL AGUA!

20 de junio de 1975 (en España habría que esperar al 19 de diciembre). El cine está a punto a de cambiar. También la visión del mar, la playa y el verano. Ese día llega a las salas de cine de Estados Unidos, Tiburón, dirigida por un joven llamado Steven Spielberg.

Hasta entonces había dirigido en 1964 Firelight, una especie de ‘superproducción’ familiar, augurio del futuro Rey Midas (en The Fabelmans se recrea a la perfección). Y fue en 1971, cuando dio un golpe en la mesa con El diablo sobre ruedas (si tienes un camión detrás mientras conduce, acuérdate de Steven). En el 74 llegaría Loca evasión y de ahí, al 20 de junio de 1975.

El público entra en las salas a ver qué ha hecho este joven de 27 años, con ‘actorazos’ de la talla de Roy Scheider, Robert Shaw, Richard Dreyfuss, Murray Hamilton y Lorraine Gary, bajo la producción de Richard Zanuck (palabras mayores). Y el público que sale de las salas no es el mismo que el que entró. Algo ha cambiado, para siempre.

Ese algo es la música de John Williams; ese algo es Robert Shaw cantando: “Ya me marcho de aquí… Linda dama española”; ese algo es la anécdota del Indianápolis y cómo se las gastan los tiburones; ese ese algo es un tiburón, cuya presencia física vemos en la segunda mitad de la película, pero que sin aparecer, ya nos tiene acongojados desde el minuto uno; ese algo es el Jefe Brody gritando: ¡Todo el mundo fuera! ¡Fuera del agua! Tantos matices, tantos planos, secuencias y una imagen poderosa, que ha trascendido más allá de la pantalla.

Cincuenta años después, Tiburón sigue siendo una película descomunal, como la bestia que nos hizo mirar el mar, desde otro punto de vista. De reojillo, sí; y con cierta duda sobre cualquier mancha bajo el agua. 

Hoy en Movistar se encuentra el documental sobre esta obra maestra, con entrevistas exclusivas con los herederos del fenómeno de masas, como Lorraine Gary, Alexandra Aja o Ian Shaw. Un trabajo, 50 años de Tiburón, que examina la influencia de la película y su perdurable legado.

La obra de Spielberg fue la semilla de otras tantas películas con los tiburones de protagonistas. Algo así como un Sharksploitation, que ha dado tantos largometrajes a la industria.

Pero también ha significado el marco perfecto para muchas bandas sonoras y thrillers, que se han refugiado en el paraguas del dúo Williams-Spielberg, para intentar generar la tensión y la intriga que hace que te revuelvas inquietante sobre la butaca o el sofá de tu casa.

Un antes y un después que, dentro de cincuenta años, seguirá dando de qué hablar. Y recuerden, si ven una figura oscura en estas vacaciones moviéndose a cierta velocidad, hagan caso al Jefe Brody y, por si acaso, salgan del agua. 


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